La historia de la mujer que se cree gallina: se la pasa cacareando y batiendo las "alas"
Un extraño episodio en Bélgica tuvo como protagonista a una mujer de 54 años que fue encontrada en el jardín de su casa “aullando y cantando como un gallo”. Conocido el caso, los especialistas indicaron que el trastorno psiquiátrico se conoce como zoantropía y causa que la persona crea que se convirtió en un animal.
El caso fue publicado en la revista holandesa de ciencia “Tijdschrift voor Psychiatrie” donde los psicólogos describieron que la mujer estaba “desorientada” durante los exámenes que se le realizaron al punto que sus extremidades “se agitaban incontrolablemente, como si no formaran parte de su cuerpo”.
Según indicaron, hace diez años que la paciente sufre de una profunda depresión que se disparó a partir del fallecimiento de sus padres. A los síntomas comunes de tristeza, fatiga, desinterés e insomnio, se le sumó el trastorno de la zoantropía.
La mujer fue encontrada en su casa por su hermano, quien describió la situación y dijo que estaba "mostrando un comportamiento estereotipado" de una gallina y decidió llevarla de urgencia a un hospital.
Un caso particular de Zoantropía
Al llegar a la sala de emergencia, la mujer sufrió convulsiones y tuvo que ser medicada con un antiepiléptico que la ayudó a descansar durante varias horas. Al despertar, comenta la publicación, que la paciente no recordaba nada sobre sus actitudes “como gallina”.
Los médicos indicaron que la paciente no tenía antecedentes de abuso de sustancias o episodios psicóticos previos, pero sí llevaba a cabo un tratamiento prolongado de medicamentos antidepresivos y ansiolíticos recetados para conciliar el sueño.
La pérdida de un ser querido, el aislamiento social y un periodo negativo en su trabajo habían hecho que sus síntomas depresivos se agravaran en los últimos meses y su psiquiatra decidiera cambiarle la medicación.
Esta modificación de los medicamentos, según los médicos, es lo que pudo haber provocado un desequilibrio en su cerebro y causarle la zoantropía, según replica el NY Post.
Según indicaron, solo existen otros 56 casos documentados de zoantropía desde 1850 donde los pacientes creyeron ser lobos, leones, gatos, conejos, jabalíes o serpientes. /Crónica
El caso fue publicado en la revista holandesa de ciencia “Tijdschrift voor Psychiatrie” donde los psicólogos describieron que la mujer estaba “desorientada” durante los exámenes que se le realizaron al punto que sus extremidades “se agitaban incontrolablemente, como si no formaran parte de su cuerpo”.
Según indicaron, hace diez años que la paciente sufre de una profunda depresión que se disparó a partir del fallecimiento de sus padres. A los síntomas comunes de tristeza, fatiga, desinterés e insomnio, se le sumó el trastorno de la zoantropía.
La mujer fue encontrada en su casa por su hermano, quien describió la situación y dijo que estaba "mostrando un comportamiento estereotipado" de una gallina y decidió llevarla de urgencia a un hospital.
Un caso particular de Zoantropía
Al llegar a la sala de emergencia, la mujer sufrió convulsiones y tuvo que ser medicada con un antiepiléptico que la ayudó a descansar durante varias horas. Al despertar, comenta la publicación, que la paciente no recordaba nada sobre sus actitudes “como gallina”.
Los médicos indicaron que la paciente no tenía antecedentes de abuso de sustancias o episodios psicóticos previos, pero sí llevaba a cabo un tratamiento prolongado de medicamentos antidepresivos y ansiolíticos recetados para conciliar el sueño.
La pérdida de un ser querido, el aislamiento social y un periodo negativo en su trabajo habían hecho que sus síntomas depresivos se agravaran en los últimos meses y su psiquiatra decidiera cambiarle la medicación.
Esta modificación de los medicamentos, según los médicos, es lo que pudo haber provocado un desequilibrio en su cerebro y causarle la zoantropía, según replica el NY Post.
Según indicaron, solo existen otros 56 casos documentados de zoantropía desde 1850 donde los pacientes creyeron ser lobos, leones, gatos, conejos, jabalíes o serpientes. /Crónica
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