Cayeron los trolls de Bolsonaro
Tércio Arnaud Tomaz pasó, en solo dos años, de ser el secretario parlamentario de Jair Bolsonaro en la Cámara de los Diputados, donde era el “chico de las redes”, a asesor especial de la presidencia de Brasil, con un salario de casi 14.000 reales (unos 2.600 dólares). Entre 2017 y 2019, se entrenó en el gabinete del concejal Carlos Bolsonaro en Río de Janeiro, donde se convirtió en el número dos de la estrategia digital de la familia presidencial. Su ascenso se debió al extenso historial de servicios prestados, entre ellos la difusión de mensajes políticos de desinformación para promocionar a Bolsonaro en las redes. Facebook ha reparado en el trabajo de Tomaz, y lo ha castigado.
La cuenta del joven asesor de Bolsonaro fue una de las 88 (entre perfiles personales y páginas) que Facebook e Instagram suspendieron en Brasil por violar las reglas de conducta de estas redes sociales. En otros cuatro países —Estados Unidos, Canadá, Ecuador y Ucrania— se suspendieron 402 cuentas más, tras una extensa auditoría que Facebook encargó al Laboratorio Forense Digital, del centro de estudios Atlantic Council. El bloqueo a Tomaz se ha convertido en un símbolo de la ofensiva de la red social, que está bajo presión para detener la propagación de contenido tóxico debido a una campaña global de boicot de grandes marcas.
La suspensión de perfiles arroja luz sobre la controvertida estrategia digital del presidente brasileño de ultraderecha, que utiliza la llamada “oficina del odio” para promoverse y destruir reputaciones de opositores. La eficiente máquina de propaganda que lo llevó al poder ya estaba en manos de el Supremo Tribunal Federal, que investiga un sistema de difusión de noticias falsas que ha puesto a otros bolsonaristas en la mira. El Tribunal Superior Electoral también investiga el uso de WhatsApp para enviar mensajes masivos, lo cual es ilegal. La información expuesta por Facebhook puede alentar esas pesquisas.
Tomaz, el hombre en la mira, no ha querido hablar con EL PAÍS. La auditoría lo señala como responsable de la página @bolsonaronewss, un canal para difundir contenido pro-Bolsonaro que atacaba a opositores políticos. Los objetivos eran diversos: desde sus rivales en las elecciones presidenciales de 2018 (principalmente del PT) hasta ministros que lo abandonaron —como Luiz Henrique Mandetta, de Sanidad, Sergio Moro, de Justicia, y Carlos Alberto Santos Cruz, exsecretario de Gobierno—, hasta los gobernadores de São Paulo, João Doria, y de Río de Janeiro, Wilson Witzel.
Dos exaliados de Bolsonaro informaron a EL PAÍS que Tomaz se acercó al actual presidente en 2017, cuando se hizo famoso como administrador del perfil “Bolsonaro opresor 2.0”. La página, que ya no existe, intentaba convertir al entonces diputado federal en una persona humilde que se reía de los discursos contra las minorías, tan frecuentes durante los 28 años de mandato de Bolsonaro en la Cámara. Fue entonces cuando Tomaz fue contratado para trabajar como asesor de Bolsonaro.
En la campaña electoral de 2018, cuando Bolsonaro no tenía un asesor de prensa oficial, Tomaz respondía preguntas básicas a la prensa, como la agenda del candidato o cuándo daría una rueda de prensa. También enviaba fotos del presidente desayunando pan y bebiendo café en una mesa sin mantel.
El puesto en el Palacio del Planalto fue un premio. Tomaz se convirtió en uno de los miembros de la llamada “oficina del odio”, el grupo formado por otros dos asesores: José Matheus Sales Gomes y Mateus Matos Diniz. Guiados por Carlos Bolsonaro, hijo del presidente, la mesa determina la estrategia del presidente en las redes.
De ascenso meteórico a dolor de cabeza
Tomaz puede convertirse ahora en un problema para Bolsonaro. El jueves, después de la sanción de Facebook, el presidente de la comisión parlamentaria que investiga el uso de noticias falsas en las redes, el senador Ângelo Coronel, solicitó a la empresa que compartiera la información sobre las cuentas suspendidas al bolsonarismo. Si se constatan irregularidades, Tomaz será demandado. “Las páginas no se suspendieron porque se estaba cometiendo un crimen”, dijo el senador, “sino porque violaban la conducta interna de la empresa Facebook. Ahora tenemos que saber si han cometido un delito o no”.
Ya se ha aprobado una solicitud para llamar a declarar al Congreso a Tomaz y a los otros dos miembros de la “oficina del odio”. También hubo reacciones en el Poder Judicial. El juez Gilmar Mendes escribió en Twitter que la investigación sobre noticias falsas que está en curso en el Supremo y que acosa a la militancia bolsonarista se ha fortalecido. “La suspensión por parte de Facebook de los perfiles involucrados en la difusión de #fakenews demuestra la relevancia del trabajo llevado a cabo en la investigación”, dijo el juez.
Entre los investigadores que rastrean las redes de desinformación, existe la esperanza de que las suspensiones decididas por Facebook activen otras investigaciones. Aunque también hay escepticismo. Luiza Bandeira, que trabaja en el Atlantic Council y ha colaborado con Facebook en la investigación de los perfiles suspendidos, aclara que la desinformación no solo circulaba en esa red. “Cuando alguien habla mal de Bolsonaro, la reacción aparece en diferentes plataformas y en diferentes niveles. Hay que usar [la sanción de Facebook] para investigar a otros autores que pueden estar implicados”, dijo.
RadioToing.com